Informe de los participantes:
Training Programs for Teachers of the Japanese-Language
Nobuo Ignacio López Sako
Desde el 10 de enero hasta el 7 de marzo de este año, he tenido el privilegio de participar en la edición de invierno del programa breve de formación de profesorado de lengua japonesa – conocido coloquialmente como fuyutan – ofrecido todos los años en la localidad de Urawa (Saitama) por la Fundación Japón. Han sido dos meses muy intensos de asimilación y práctica de las últimas tendencias didácticas de la lengua japonesa, de perfeccionamiento de las cuatro destrezas comunicativas en esta lengua y de contacto con sus innumerables manifestaciones culturales, en compañía de otros 33 docentes procedentes de 19 países.
La experiencia ha sido extremadamente positiva en todos los aspectos. Para empezar, cabe resaltar al elenco de profesores y profesoras encargados del programa, cuya profesionalidad, rigor y coordinación, aderezados con su cercanía y simpatía, han hecho que la estancia haya sido extremadamente fructífera tanto académicamente como a nivel humano. El programa, muy enfocado hacia el trabajo autónomo, por un lado, y el trabajo colaborativo, por otro, estaba milimétricamente diseñado. Las clases de metodología de la enseñanza (kyōjuhō) eran muy ricas en contenido práctico y estaban diseñadas inteligentemente para terminar con una exposición pública por parte de los alumnos de alguna propuesta personal de mejora de la docencia en el contexto particular de cada uno. Esto me permitió reflexionar sobre la idoneidad de la metodología utilizada en mi centro y la posibilidad de introducir novedades en un futuro inmediato.
Los cursos de perfeccionamiento de la lengua japonesa, divididos en cuatro niveles de competencia determinados por un examen inicial, eran excelentes, con un enfoque comunicativo basado en tareas, de tal manera que “predicaban con el ejemplo” lo que se proponía en las clases de metodología. En el grupo que me tocó, se abordaron temas de actualidad en diferentes campos como la ciencia y tecnología, ocio, educación, trabajo, relaciones humanas y sociedad. Para ello se leían textos sacados de la prensa, internet, programas de televisión, para posteriormente entablar debates y discusiones, y finalmente redactar algún pequeño ensayo o hacer alguna exposición oral. En todo este proceso, la autoevaluación y la evaluación por pares jugaba un papel muy relevante.
Finalmente, la sección sociocultural fue un magnífico complemento a los otros dos apartados. Una visita guiada a una centenaria fábrica de washi o papel japonés, una demostración de rakugo, exhibiciones de tambores taiko, furoshiki y ceremonia del té, visitas a un instituto de secundaria y a un colegio modélico de integración de estudiantes de origen extranjero en Kanagawa conformaron la pléyade de actividades organizadas para experimentar y comprender con mayor cercanía y profundidad la riqueza cultural y complejidad social de Japón, todo ello con el espléndido colofón de una visita cultural a Kioto, Osaka y Nara.
Debo agradecer a la Fundación Japón por haberme aceptado en el programa y haberme ofrecido la oportunidad de reciclarme en materia docente, refrescarme en materia lingüística y regocijarme en materia cultural, y poder así ofrecer una docencia de mayor calidad a mis estudiantes de la Universidad de Granada.