Durante los meses de julio y agosto de 2023, tuve el privilegio de participar en el Programa Intensivo sobre Métodos de Enseñanza para Profesores de Lengua Japonesa, organizado por el Instituto de Lengua Japonesa de la Fundación Japón, en su sede de Urawa (Saitama).
El programa contaba con un total de 32 participantes, llegados desde distintos puntos del planeta (Argentina, Bangladesh, Canadá, China, El Salvador, Filipinas, Georgia, India, Indonesia, México, Myanmar, Taiwán, Turkmenistán, Ucrania, Uzbekistán o Vietnam). Este fue uno de los aspectos más enriquecedores de la experiencia, ya que brindaba la posibilidad de convivir con un grupo humano variado y muy interesante, con el que fue posible compartir puntos de vista y experiencias sobre la enseñanza de la lengua japonesa. Las relaciones profesionales y personales que se formaron a lo largo del curso nos permitieron crear una red de contactos en varios países con los que sin duda será posible colaborar en el futuro.
El programa, muy bien diseñado e impartido por un gran grupo de docentes en las cómodas instalaciones del Instituto, constaba de un total de 130 horas, que se dividían entre clases teóricas; estudio individual y en grupo para diseñar dos proyectos pedagógicos propios, y actividades culturales.
Las clases teóricas abordaban temas tan relevantes como la reflexión sobre la propia tarea como docente de lengua japonesa o la presentación de nuevos materiales y estrategias para la enseñanza de la lengua y la cultura niponas. En este sentido, fue especialmente sugestivo el debate sobre la nueva tendencia del Yasashii Nihongo que se está promocionando desde algunas instituciones para facilitar el acceso a la lengua japonesa a un público cada vez más amplio.
El tiempo dedicado al estudio individual, bajo la supervisión de uno de los docentes del Instituto, iba encaminado a crear una secuencia pedagógica concreta para mejorar nuestra tarea como docentes. En mi caso, el proyecto realizado consistió en un plan para identificar e incluir textos literarios originales en las clases de traducción que imparto en la Universitat Autònoma de Barcelona. En este caso, fue de gran ayuda la estupenda biblioteca del Instituto, donde se puede encontrar todo tipo de materiales referentes no solo a la enseñanza del japonés, sino también a la cultura, la historia o la literatura de Japón.
En cuanto al proyecto en grupo junto con otros participantes del Programa, contamos con la ayuda de voluntarios del Instituto para realizar un trabajo de campo con el fin de conocer de primera mano un aspecto concreto de la cultura japonesa y montar una secuencia pedagógica para presentarla en clase. En el caso de nuestro grupo, el trabajo giró en torno a la cultura de los regalos (
okurimono), con un énfasis especial en su significado en las relaciones interpersonales en el si de la sociedad japonesa.
El Programa se complementó con una variada oferta de actividades culturales, que incluían un concierto de shamisen, una demostración de yukata, un fin de semana de homestay con una familia de la prefectura de Saitama (opcional), una excursión de un día a Tokio y una visita a un instituto público de Urawa o a una empresa japonesa (supermercados Seven Eleven). Ni que decir tiene que todas las actividades estaban perfectamente organizadas y fueron un complemento perfecto para las actividades más académicas.
Por último, quiero destacar el formidable equipo humano que está al cargo del Programa, desde los docentes, amables y competentes, hasta las responsables del grupo, siempre atentas y empáticas, así como el resto de empleados del Instituto de Urawa (equipo de cocina y comedor, equipo de mantenimiento, bibliotecarias, etc.).
Solo me queda expresar mi más sincero agradecimiento a la Fundación Japón por haberme brindado esta oportunidad de formación, así como a todos los docentes y trabajadores/as del Instituto de Lengua Japonesa de Urawa y a mis compañeros y compañeras por haber convertido el curso en una experiencia inolvidable.
Albert Nolla Cabellos
Universitat Autònoma de Barcelona
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