El prestigioso Festival Internacional de Cine de San Sebastián, con la colaboración de Filmoteca Española y de Fundación Japón, ha dedicado en su 61 edición una exhaustiva retrospectiva a Nagisa Oshima, director emblemático de la cinematografía japonesa, y uno de los autores japoneses más conocidos internacionalmente. En ella se presentan todos los largometrajes rodados para la gran pantalla por el director, muchos de ellos nunca antes proyectados en España. Veintitrés películas marcadas por su espíritu crítico y su conocimiento de las técnicas cinematográficas de las “nuevas olas” europeas. Una oportunidad única de conocer en profundidad la obra de uno de los maestros del cine japonés.
Tras su paso por el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, Filmoteca Española acoge esta completa retrospectiva dedicada al director Nagisa Oshima entre el 1 y el 31 de octubre:
Fechas: Del 1 al 31 de octubre
Lugar: Filmoteca Española - Cine Doré (Calles de Santa Isabel, 3)
Para más información sobre horarios y entradas durante octubre.
Para más información sobre horarios y entradas durante noviembre.
Nagisa Oshima
Nagisa Oshima (Kioto,1932- Fujisawa, 2013) es uno de los más notables cineastas del cine japonés, además de una de sus figuras más audaces, controvertidas y polémicas. Director emblemático en los años 60 de la llamada nuberu bagu (“nueva ola”), se convirtió en las décadas siguientes en uno de los nombres de mayor proyección internacional que ha tenido el cine nipón. Oshima debutó en el cine en 1959 con Aito Kibo no Machi / Street of Love and Hope, un temprano acercamiento al tema de la problemática juvenil y su primer trabajo para el estudio Shochiku, uno de los más importantes de Japón. Seguirán después otros trabajos con Shochiku que ya definen su estilo crítico y su mirada airada contra la sociedad japonesa: Seishun Zankoku Monogatari / Cruel Story of Youth(1960) y Taiyô no Hakaba / The Sun's Burial (1960). Pero su siguiente trabajo, Nihon no Yoru to Kiri / Night and Fog in Japan (1960), es ya una película abiertamente política tras la cual Oshima abandona el estudio para hacerse productor independiente.
Esa segunda etapa en la filmografía de Oshima es un período de gran creatividad en el que rueda una serie de películas donde plasma sus obsesiones y reflexiones sobre el sexo, la política, la violencia y la muerte, siempre como herramientas con las que analizar las lacras de su tiempo. Sus soluciones formales, muy inspiradas en las “nuevas olas” europeas y las técnicas teatrales de vanguardia, lo convierten en uno de los cineastas más representativos de la modernidad japonesa, gracias a títulos como Shiiku / The Catch (1961), Etsuraku (Los placeres de la carne, 1964), Muri Shinju: Nihon no natsu / Japanese Summer: Double Suicide (1967), Kôshikei / Death by Hanging (1968), Shinjuku dorobo nikki / Diary of a Shinjuku Thief (1968), Shonen (El muchacho, 1969) o Gishiki / The Ceremony (1971), entre otros.
(Fuente: Festival Internacional de Cine de San Sebastián)
Películas que forman parte de este ciclo:
En su ópera prima Oshima ya muestra su interés por los seres que ha dejado atrás el “milagro económico” japonés a través del relato de Masao, un adolescente que tiene que mantener a su madre enferma y a su hermana disminuida psíquica.
Un potente retrato generacional de los jóvenes “airados” japoneses de los 60 construido alrededor de la tormentosa relación entre Kiyoshi, un joven sin escrúpulos, y Makoto, una atractiva chica que lo ayuda a chantajear a los hombres maduros que pretenden tener relaciones sexuales con ella.
Crónica de la vida marginal de los bajos fondos de Osaka, un claustrofóbico fresco social protagonizado por una prostituta que regenta un sórdido negocio: el tráfico de sangre de personas que se ven obligadas a venderla para sobrevivir.
La primera película claramente política de Oshima describe las tensiones que se producen en el seno del Zenkyoto, el movimiento estudiantil japonés de ideología izquierdista. Una obra de sorprendente estilo visual que refleja el desencanto ideológico de toda una generación.
Adaptación de una novela de Kenzaburo Oé ambientada en la II Guerra Mundial: un piloto afroamericano es capturado por los habitantes de una pequeña aldea. Un escenario que le sirve a Oshima para trazar otra implacable radiografía de la sociedad japonesa.
Incursión de Oshima en el cine histórico a través de la historia del rebelde cristiano Shiro Amakusa, que lideró una revolución campesina contra el shogunado en el siglo XVII. El pasado le sirve al director para construir una metáfora sobre el presente y las represiones políticas de los años 60.
Un film de atmósfera noir, axfisiante y melancólica, donde un hombre que ha asesinado a otro es chantajeado por un testigo del crimen. Un viaje por los laberintos de la prostitución y la pornografía con la Yakuza como anfitriona.
Un nuevo estudio por parte de Oshima de la sexualidad y violencia que marcan la sociedad japonesa: el retrato de un violador y asesino de mujeres se construye gracias a los recuerdos de su esposa y una de sus víctimas. Una de las obras más crispadas y demoledoras del director.
Oshima sigue la odisea de cuatro estudiantes de instituto obsesionados por el sexo y las canciones obscenas. Una fantasía tragicómica, delirante y grotesca sobre sus temas recurrentes: el deseo reprimido y las complejas relaciones entre sexos.
La tradición japonesa del shinju (o el doble suicidio de dos amantes) es retomada por Oshima en una de sus obras más enigmáticas. Las vanguardias artísticas de la época se dan la mano en un film fatalista, trágico y de refinada estética.
Una soprendente aportación de Oshima al cine de animación que lleva a la pantalla un popularmanga de Sampei Shirato. Una obra experimental que supone una manera totalmente diferente de entender el cine de animación.
Una valiente denuncia contra la xenofobia congénita a la sociedad japonesa: tres estudiantes van a pasar sus vacaciones a una aldea de la costa y son confundidos con coreanos, una minoría étnica que todos desprecian en el lugar.
Las peripecias de un ladrón de libros en el barrio tokiota de Shinjuku son la base de un film-collage que toma como inspiración el teatro de vanguardia y analiza la secreta conexión entre sexualidad y activismo político.
Una sátira negra que sigue las kafkianas desventuras de un coreano condenado a muerte que, sin embargo, sobrevive a su ahorcamiento. Basado en un suceso real, el film demuestra hasta qué punto Oshima supo aprovechar las enseñanzas del moderno cine europeo.
Un sórdido suceso real es, una vez más, la inspiración de Oshima para uno de sus más directos y contundentes discursos sobre la corrupción social: un niño es utilizado por sus padres como falsa víctima de accidentes de tráfico, de manera que ellos puedan cobrar las indemnizaciones.
Una producción independiente que Oshima rodó en un mes con actores no profesionales, con todo el espíritu del cine underground y una estética cercana al documental. Un valioso testimonio de la contracultura japonesa de la época.
Las más venerables tradiciones japonesas quedan puestas en evidencia en esta aguda sátira que tiene como punto de partida una ceremonia de boda que saca a la luz las tensiones que subyacen bajo las fachadas sociales.
Ambientado en la isla de Okinawa, un agridulce relato acerca de cómo una joven generación ha de vivir con el trasfondo de un pasado traumático: la II Guerra Mundial y la ocupación japonesa.
La película que hizo famoso a Oshima en todo el mundo y marcó una nueva era en el tratamiento de la sexualidad en el cine. La historia real de Sada Abe, la mujer que asesinó y castró a su amante, se convierte en manos de Oshima en toda una declaración de principios sobre el poder subversivo del sexo.
Oshima recoge la tradición del kaidan-eiga (relato de fantasmas), tan habitual en el cine japonés, para construir esta bella película acerca de una apasionada y trágica relación amorosa que desafía los tabúes sociales.
Una co-producción internacional en la que Oshima contó con estrellas de la talla de David Bowie, Ryuichi Sakamoto y Takeshi Kitano. Lo que a primera vista parece un tradicional film de ambientación bélica acaba siendo una nueva indagación del director en los abismos del deseo.
Oshima da un paso más allá en su constante puesta a prueba de los límites y tabúes que condicionan las relaciones sexuales. Charlotte Rampling encarna a una mujer burguesa y casada que inicia una relación con un amante inesperado: un chimpancé.
En su última película Oshima propone una síntesis de los temas que lo han obsesionado a lo largo de toda su filmografía. El cine de samuráis es contemplado desde una óptica muy diferente a la habitual: las relaciones homosexuales en su cerrado mundo.